Los santuarios son espacios para animales mayoritariamente venidos de granjas de consumo, y otras formas de explotación animal (entretenimiento, laboratorios, exposición, etc.) donde se crean grandes familias multiespecie y todos conviven juntos, hasta que mueren por vejez.
Los santuarios promueven el veganismo a través de las historias de sus habitantes. Muestran su comportamiento en libertad, se les conoce y pueden ser ellos mismos lejos de los habitáculos de explotación. Suelen llegar con grandes problemas físicos y psicológicos. Se trabajan sus traumas para rehabilitarlos, mostrando sus mejoras se puede generar conciencia sobre el derecho a la vida del que deberían poder disfrutar y del que habitualmente no disfrutan por ser considerados recursos al servicio de los humanos.
Los santuarios salvan vidas y reeducan conciencias por un mundo más justo. Para muchos son el eje de la liberación animal.
La principal diferencia entre los zoológicos y los santuarios es como adquieren sus animales. Un zoológico puede comprar, vender, reproducir o comercializar animales, o incluso capturar animales salvajes. No se consideran los derechos del individuo. Los animales se adquieren para satisfacer los intereses del zoológico.
Un santuario no cría, vende o compra animales. Un santuario tampoco captura animales salvajes sino que rescata sólo animales que no pueden sobrevivir en la naturaleza. Si bien un zoológico puede argumentar que sirven un propósito educativo, este argumento no justifica el encarcelamiento de los animales individuales. Aparte que la lección principal que enseña el zoológico es que tenemos el derecho de encarcelar animales.
Muchos zoológicos participan en programas de cría de especies en peligro de extinción y pueden ser los únicos lugares donde existen algunas especies. Pero encarcelar a un pequeño número de individuos por el bien de la especie viola los derechos del individuo. Una especie no tiene derechos porque no es sintiente. «Especies» es una categoría científica designada por personas, no un ser sensible capaz de sufrir. La mejor manera de salvar las especies amenazadas es proteger su hábitat.